domingo, 30 de junio de 2013

Un canto de amor del Antiguo Egipto


Lo he tomado de Cantos de amor del Antiguo Egipto, traducción de Borja Folch (José J. De Olañeta, editor), canto séptimo. Los textos proceden de la traducción francesa que Paule Krieger hizo de la traducción alemana que el profesor Siegfried Schott realizó a partir de los originales egipcios de hace tres mil años o más.

Ante tanta trapala, me he permitido retraducir algún verso a mi gusto particular.

 
Siete días llevo sin ver a mi amada.
Y sobre mí se abate ya la languidez.
Mi corazón se hace pesado.
He olvidado hasta mi vida.

Cuando los médicos vienen a mi casa,
No me sanan sus remedios,
Los magos no hallan solución alguna,
Ni se desvela mi enfermedad.

Pero si me dicen: «Mira, ella está aquí»,
Pronto vuelvo en mí
Su nombre es lo que me reconforta.
Las idas y venidas de su mensajero
Mantienen eterno a mi corazón.

Mi amada es para mí el mejor de los remedios,
Para mí es más que una receta,
Su venida es mi amuleto,
recobro la salud cuando la veo.
Cuando abre los ojos, mi cuerpo de nuevo es joven.
Cuando habla, me hace fuerte.
Cuando la tomo en mis brazos, aparta de mí todo mal.

Y ahora se ha alejado de mí, ya hace siete días.

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