viernes, 12 de julio de 2013

La Elsa del Tesoro


¿Ya has leído La Isla del Tesoro? Stevenson logró la mejor novela de piratas de la historia. Pues mucho después John Lennon (sí, el de Los Beatles) perpetró este curioso resumen, del que desconozco su habilidoso traductor.

En una pequeña taberna costera de Bristrot hay una andrajosa clientela de andrajos en multitud, comiendo, bebiendo y alegrándose (antes de levar anclas en brusca de un gran tesobo en una rebota isla allende los bares).
Vuelas y saltas, arregles compañeros –dice John Saliver el Ancho al entrar. Se acerca hojeando a algún viejo marinecios con el que ha surpado lo siente mares.
¿Dónde está el toro que siempre llevas en el hombro, Ancho John? –pregunta el Ciego Jud alzando la vista.
A ti qué te imposta –responde John el Ancho–. Y por cierto, ¿dónde de moños está tu bastón blanco?
¿Cómo iba a mirar de saberlo? ¿No lo ves que no veo?
De pronto, el Pequeño Jack Hawkins entra sigilosamente desapercibismo con una cornisa boba en la cara.
Ja ja aa aaar Jack muchacho –dice John el Ancho con su típico tono marítono.
Poco después se dirimían hacia el puerco con el capitán Somelette y el Caballero Telahundy. Aquella misma mañana se embarcaron seguidos de una amable brisa.
John el Ancho empezó a mirar a Jack como a un hijo o algo así, pues todo el rato lo estrechaba y le decía «Ja jaaaar», sobre todo con el toro en el hongo. Sin embargo un día en que el Pequeño Jack Hawkins se había situado en una borrica de manazas, holló como John el Ancho y otros marinecios planetaban un mohín contra el capitán.
Tierra a la bizca –grita una voz desde el tope de mensana–. ¡Tierra a la bizca y todo bien!
Y así era, sí señor: una pequeña elsa de asombrados prados contra el horinoco con sus paimenas y sus cucos.
«No me sorprendería que hubiera un viejo barbudo saldando de roca en roca», pensó Disraeli Hands, que había visto la peli. Y allí estaba.
La primera chulapa a tierra contenía al Ancho John Saliver, el Pequeño Jack y varios más, confusos a la vista en número y sudor. En cualquier caso, desembarcaron en la elsa y un viejo chiflado aparece de pronto chillando a gritos que se llama Ben Gunnza y se ha pasado años bizcando el tesoro porque el viejo y cruel del capital Flint le puso al Berro Negro detrás y ya se sabe lo que pasa con un berro negro.
Así es que tras unas cuantas estacadas y eso se hacen otra vez a la mar hacia Bristrot, donde les detienen su desarrollo y Jack Hawkins se convierte finamente en un enano de 32 años y el Ancho John Saliver se ve obligado a pagar una nueva pata de palo porque se la habían echado a la chimenestra en la elsa. Ben Gunnza acaba siendo un joven en la plenitud de poderes mientras que Tom, el gato fiel, regresa a Newcastie.

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