lunes, 12 de agosto de 2013

Plaza del populacho y corral del vulgo


Uno de los grandes escritores barrocos fue nuestro paisano Baltasar Gracián, que escribió una interesantísima novela filosófica llamada El Criticón. He aquí el inicio de la crisi quinta de la segunda parte, que funciona como un cuento:

Estábase la Fortuna, según cuentan, bajo su soberano dosel, más asistida de sus cortesanos que asistiéndoles, cuando llegaron dos pretendientes de dicha a solicitar sus favores. Suplicó el primero le hiciese dichoso entre personas, que le diese cabida con los varones sabios y prudentes. Mirándose unos a otros los curiales y dijeron:
Éste se alzará con el mundo.
Mas la Fortuna, con semblante mesurado y aun triste, le otorgó la gracia pretendida.
Llegó el segundo y pidió, al contrario, que le hiciese venturoso con todos los ignorantes, y necios. Riéronlo mucho los del cortejo, solemnizando gustosamente una petición tan extraña. Mas la Fortuna, con rostro muy agradable, le concedió la suplicada merced.
Partiéronse ya entrambos tan contentos como agradecidos, abundando cada uno en su sentir. Mas los áulicos, como siempre están contemplando el rostro de su príncipe y brujuleándole los afectos, notaron mucho aquel tan extravagante cambiar semblantes de su reina. Reparó también ella en su reparo y muy galante le dijo:
¿Cuál de estos dos, pensáis vosotros, ¡oh cortesanos míos!, que ha sido el entendido? Creeréis que el primero. Pues sabed que os engañáis de medio a medio, sabed que fue un necio: no supo lo que pidió, nada valdrá en el mundo. Este segundo sí que supo negociar: éste se alzará con todo.
Admiráronse mucho, y con razón, oyendo tan paradojo sentir, mas desempeñóse ella diciendo:
Mirá, los sabios son pocos, no hay cuatro en una ciudad; ¡qué digo cuatro!, ni dos en todo un reino. Los ignorantes son los muchos, los necios son los infinitos; y así, el que los tuviere a ellos de su parte, ése será señor de un mundo entero.

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